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Cuerpos en la frontera: Misterios en el sur de California

Palabras por Brett Kelman y Gustavo Solis | Traducido a español por Jose A Bastidas

CALÉXICO, Calif. – Un hombre yacía boca abajo en el desierto, menos de dos kilometros al norte de la frontera entre México y los Estados Unidos. Había estado arrastrándose y gateado en el desierto cuando murio.

Fresh footprint are seen on a path frequented by undocumented migrants traveling north through the Jacumba Mountains on the Southwest border or Imperial county near the Interstate 8.

Un agente de la patrulla fronteriza de E.E.U.U. había estado investigando a un grupo de inmigrantes indocumentados en el área cuando se encontró con el cadáver en un campo vacío. El cuerpo había estado ahi quiza un mes, en una época durante la cual la temperatura alcanza los 42 grados centigrados.

El muerto era bajo de estatura y delgado, vestia mezclilla de pies a cabeza, con una villa de cinturón grande y blanca, zapatos negros y medias con diseños navideños. Las personas a cargo de la investigación encontraron en sus bolsillos unos cuantos pesos, tres tarjetas telefónicas y un recibo del hotel Don Juan, un hotel barato en Mexicali. El recibo tenia el nombre - “Lucio Paulino” – pero nadie podía estar seguro de que este era el verdadero nombre del fallecido.

Al día siguiente, las autoridades encontraron otro cuerpo. Esta vez, un hombre estaba flotando en el Canal All-American, un canal de agua rodada que atraviesa el suroeste de California a lo largo de la frontera. Un día después de eso, las autoridades encontraron un tercer cuerpo: Un hombre que se había muerto en el desierto, con un boleto de un autobús mexicano en su bolsillo.

A filing cabinet at the Imperial County Coroner's Office is filled with John/Jane Doe cases.

Los tres cuerpos fueron descubiertos hace 16 años, durante una semana en junio de año 2000. Hoy, las historias de estos muertos se encuentran en un archivo beige en la oficina del médico forense del Condado Imperial Imperial County, con el nombre escrito “John/Jane Doe.”

Más de 450 cuerpos no identificados han sido encontrados en Imperial County desde los años noventa, y las autoridades estiman que por lo menos el noventa por ciento son inmigrantes indocumentados que murieron cuando intentaron cruzar la frontera. La gran mayoría de los cuerpos son de hombres latinos, pero sus países de origen son desconocidos. Muertes como estas son terriblemente comunes a través de la frontera, pero en el Condado Imperial no hay los recursos para manejar tantos casos de cuerpos no identificados. Ningún otro condado fronterizo se enfrenta a tales retos la frontera. El terreno es difícil de navegar y los recursos son limitados en la oficina del médico forense, el cual es responsable de identificar a los difuntos. La oficina del médico forense consiste de solo cuatro personas.

Border Bodies: The grim mysteries of Southern California

El número de cuerpos no identificados ha caído dramáticamente en el Condado Imperial en los últimos años, ya que las rutas y senderos utilizados por migrantes – y las muertes – se han recorrido a Arizona y Texas. Pero cientos de casos en los noventa y en la primera década del 2000 siguen abiertos, simbolizando una crisis en la cual muchos inmigrantes arriesgan su vida en el desierto por la oportunidad de vivir en los Estados Unidos. Los "coyotes" han creado una industria usando esta desesperación como base, demostrando poca preocupación por estos seres humanos.

Juventino Hernández Lopez, 27, tomó el riesgo de todas maneras.

En Abril, Lopez, un migrante de voz suave, proveniente de la costa de Oaxaca en Puerto Escondido, cruzo la frontera en Arizona. Pagó $500 a un "coyote", y acepto pagarle $3,000 más en lo que llegaran a Phoenix. Su destino final era Nueva York, donde su hermano ya había conseguido trabajo. Lopez camino hacia el desierto con una mochila, unas cuantas latas de frijol y agua.

El viaje no ocurrió como habían planeado. Después de unos cuantos días, Lopez se quedó sin viveres. Su "coyote" lo abandonó cuando él llegó a estar demasiado débil para caminar. Para sobrevivir, Lopez entraba en granjas y bebía agua sucia para el ganado. Cuando no podía encontrar granjas, bebio su propia orina.

Gobierno recomienda precaución con servicios de migración.

“Pensaba en mi madre,” él dijo. “Si hubiera muerto en el desierto la única persona que se hubiera preocupado por mí es mi madre. Pensé en ella reportándome a la policía como desparecido, buscándome mientras mi cuerpo estaba en el desierto.”

Después de siete días, Lopez fue rescatado por personas que él estaba tratando de evadir. Se encontró con una patrulla de control fronterizo, se entregó y fue deportado, termino en un albergue en Mexicali. Los albergues están llenos de reportes de personas desparecidas, hechos por familiares de personas que cruzaron la frontera y no han sido encontrados.

“Por más de un mes no sabíamos nada,” dijo Nancy Rico, una ciudadana de México que su hermano, Natalio, desapareció mientras cruzaba la frontera cerca de Tijuana hace ocho años. “Es muy triste saber que estaba muerto en algún lado del desierto.”

Parecido a Lopez, Natalio contrató a un "coyote" para que lo guiara en el desierto hacia la frontera, después cuando no tuvo fuerza para seguir caminando, también fue abandonado. Estuvo desparecido por un mes hasta que el "coyote" le llamo a su hermana, diciendole que habían encontrado a Natalio y que podían devolverlo por $1,500. Rico transfirió el dinero, pero no hubo contacto con el  "coyote" después de eso.  Meses después fue encontrado su cuerpo en el desierto en California.

El "coyote" abandonó a Natalio y después estafó a su hermana.

“El corazón de esas personas está dañado, podrido,” Rico dijo. “No sé cómo describir a una persona que pudiese hacerle esto a otros de esta manera.”

Natalio puso su confianza en el "coyote" ya que, al igual que un gran número de inmigrantes indocumentados, el creía que tendría una mejor oportunidad de cruzar la frontera a través del desierto, lejos de las calles y pueblos donde lo podrían descubrir.

La pelea de su vida

A primera vista, el Condado Imperial parece ideal para esto.

El condado – ubicado en el suroeste de California, entre San Diego y Arizona – fue fundado en 1907 por granjeros ambiciosos, que planeaban cultivar en los campos vacíos en el desierto. Hoy en día, un sistema de acueductos han transformado el área en un centro agrícola de Estados Unidos, pero en los lugares donde el agua no fluye, la tierra sigue marrón, vacía y dura. Hay pocos pueblos y están distantes el uno del otro. El condado sigue siendo el menos poblado del sur de California.

Inmigrantes indocumentados han cruzado estos espacios vacíos desde el final de los años noventa, cuando la policía fronteriza introdujo el programa “Operacion Guardian,” la cual concentra agentes cerca de los centros de población creyendo que los migrantes no arriesgarían el viaje a través del peligroso desierto.

Líderes de la policía fronteriza describían el programa como “previniendo con disuasión,” pero sabían que la estrategia aumentaría la posibilidad de muertes en la frontera, de acuerdo con un estudio realizado en el 2009 por la Unión Americana de Derechos Civiles. Después del primer año, las muertes a causa de las altas temperaturas del desierto y ahogamiento en los canales de agua rodada han reemplazado a los accidentes automovilisticos como la causa primaria de muertes por accidentes en la frontera, de acuerdo al estudio. Los agentes de la policía fronteriza arrestaban a menos personas, pero empezaron a encontrar más cuerpos.

“La policía fronteriza pensó que el desierto actuaría como una barrera natural,” dijo Juanita Molina directora ejecutiva de Humane Borders, (fronteras humanas) una organizacion sin fin de lucro en Arizona. “Sabían que las personas iban a morir, pero pensaron que serían muy pocos. Ellos subestimaron a gran escala lo desesperada que esta la gente por cruzar la frontera.”

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En California, “Operacion Guardian” cambió la manera en que las personas cruzaban la frontera. Los migrantes no podían simplemente bombardear la frontera en San Diego, entonces empezaron a moverse hacia el este, a Imperial County, donde menos agentes eran responsables de monitorear casi 145 kilometros de frontera.

Casi de un día al otro, la frontera del condado fue “invadida,” dijo el agente David Kim, asistente de jefe de patrulla en el U.S. Custom’s and Border Protection’s del sector El Centro.

Los migrantes empezaron a cruzar la frontera en el Condado Imperial en mayores números que antes, pero muchos no estaban preparados para el desierto. El número de muertes y rescates aumento agresivamente. Entre 1998 y el 2001, agentes de la policía fronteriza encontraron más cuerpos en El Centro que en cualquier otra área.

En el 2000, la agencia empezó a instalar señales de rescate en el desierto, que emiten una luz en la noche. Cada señal tiene un botón que manda un mensaje de auxilio directo a las autoridades. El Centro también introdujo BORSTAR, un equipo a cargo de monitorear y dar auxilio en esa área.

Hoy, ese equipo consiste de ocho agentes. En mayo, rescataron cuatro inmigrantes exhaustos que estaban perdidos en las montañas cerca de Ocotillo sin acceso a comida o agua. Este mes, rescataron a ocho inmigrantes que estaban varados en el desierto cerca de Plaster City.

Todos estos inmigrantes serán deportados, pero por lo menos estan con vida.

“Obviamente somos una agencia de la ley primero,” dijo Kim. “Pero en cualquier momento que una vida humana está en riesgo, damos prioridad a salvar la vida que ha aplicar la ley. Nuestro propósito es salir y salvar vidas.”

A sign at the All-American Canal warns of "aguas peligrosas," or "dangerous waters." Many unidentified migrants have died attempting to cross the canal.

José Humberto Montalvan caminaba solo hacia el desierto.

Su plan era simple: Cruzar la frontera a través del desierto de Jacumba, un tramo de montaña remota en la frontera de San Diego e Imperial County. Después de cinco horas, Montalvan no estaba seguro de en donde estaba, pero estaba seguro de que había llegado a tierra Americana.

Jose Humberto Montalvan, a Honduran migrant who abandoned his trek into the United States after he ran out of water, has been living in this Mexicali border shelter.

Pero la victoria fue corta. Montalvan había dejado su mochila atrás para no lucir como un cruza fronteras, y ahora no tenía comida o agua. El viaje iba a ser largo y difícil. Montalvan había logrado escapar las calles peligrosas de Honduras, y no planeaba morir en el desierto.

“Me regrese porque no tenía agua,” dijo Montalva, que ahora vive en un refugio en Mexicali. Ha tratado de cruzar la frontera varias veces, incluyendo su intento fallido el año pasado. “No me quería morir.”

Montalvan tuvo razón en regresarse. El desierto de Jacumba es uno de los puntos de cruce más peligrosos en el sur de California. El único lugar donde más inmigrantes han muerto ha sido en el All-American Canal, que fluye en más de la mitad de Imperial County. Los migrantes son erróneamente aconsejados que las montañas son fáciles de cruzar, y subestiman el canal que se ve fácil de nadar. Estos errores pueden ser mortales.

Dependiendo de donde empiezan, los inmigrantes que entran el desierto de Jacumba deben caminar de 5 a 10 millas antes de llegar a la carretera Interestatal 8, donde varios coordinan un aventón. Otros caminan más allá de la carretera para evadir los puntos de control de la policía migratoria que están al este y oeste.

El paso en la montaña es empinado y sinuoso. Las temperaturas puedes ser peligrosas en el verano y en el invierno. Hay serpientes cascabel en todos lados y los bandidos se aprovechan de las personas vulnerables. Sin embargo, la amenaza más común yace en los que guían a los migrantes.

Los expertos dicen que los guías en esta área – como en la mayoría de los corredores fronterizos – trabajan para los carteles. Muchos abandonan a sus grupos a la primera señal de guardias de seguridad, dijo Kim.

“Es solo un numero para ellos,” Kim dijo. “No me gusta describirlo de esta forma pero los contrabandistas casi los ven como un ganado. Ellos entienden y están bien con perder parte de ese ganado porque saben que el dinero va a seguirles llegando.”

Kim dijo que los agentes fronterizos patrullan esta zona a caballo, pero hay varios rincones del desierto que no monitorean más de una vez a la semana. Cualquier persona que resulta herida o es abandonada, y no tiene como emitir una señal de rescate, tiene una probabilidad muy baja de sobrevivir.

Alrededor de 20 millas al este del desierto de Jacumba es el final del All-American Canal, que lleva agua desde el Colorado River a Imperial Valley. Cientos de inmigrantes se han ahogado en este canal.

Generalmente, las víctimas no tienen la fuerza para nadar contra la corriente o para escalar las orillas empinadas del rio. Sus cuerpos son arrastrados bajo el agua hasta que se enganchan en una rejilla o un vertedero. Los cuerpos son rescatados por buceadores como Gary Hatfield, un paramédico con el distrito de irrigación Imperial, que está a cargo del canal.

Después de más de una década con el distrito, Hatfield cree que el atributo más peligroso del canal es su carácter engañoso.

“Si estás parado en frente del canal se ve como un rio que fluye lento que puedes cruzar,” dijo Hatfield. “Pero la corriente por debajo se mueve demasiado rápido, y las personas que tratan de nadar se cansan muy rápido.”

En el 2010, el distrito trató de hacer el canal más seguro instalando boyas de rescate y escaleras. También pusieron señales avisando que el canal contiene “Aguas Mortales.” Hay menos ahogamientos desde entonces, pero todavía son prevalentes.

El más reciente ocurrió el 10 de marzo, cuando agentes fronterizos consiguieron un cuerpo en las orillas del canal al este de Caléxico. El hombre, que tiene dos payasos y una hoja de marijuana tatuados en su pecho, no ha sido identificado.

This distinctive clown tattoo was found on an unidentified man who was located in the All-American Canal in March.

Cuerpos como este son solo “uno en un millón” de muertes en la frontera, una crisis humanitaria invisible que no recibe la atención que merece, dijo Molina, de Humane Borders.

La guardia fronteriza ha registrado más de 6.000 muertes del 2000 a 2015 – incluyendo casi 1.000 en California y más de 600 en Imperial County – pero la agencia no da información de la ubicación ni detalles de las muertes al público. Con la intención de llenar ese vacío, Humane Borders ha registrado más de 2.100 muertes de migrantes en Arizona desde el año 2001, pero el trabajo de la organización está limitado a ese estado, no hay una organización que publique esta información en California, New México o Texas.

“Es increíble que el gobierno no tome un papel más activo en el reconocimiento y la prevención de estas muertes,” dijo Molina. “¿Cómo es que estas personas se han vuelto prescindibles?

El número de muertes más a menudo no aparece en discusiones sobre inmigración en los Estado Unidos. A pesar de conversaciones sobre construir un muro en la frontera durante las campañas presidenciales de este año, los candidatos no han tenido discusiones serias sobre el número de muertes que ocurren en esa área.

Muchos americanos siguen sin saber que muchas personas mueren cruzando la frontera, dijo Molina, y los inmigrantes siguen escuchando una historia falsa que los anima a empezar su viaje por el desierto. La mayoría de los contrabandistas que los guían son hombres ágiles con tienen incentivos monetarios que los motivan a decir que el viaje es más fácil de lo que realmente es.

“Están engañando a los inmigrantes. Les están diciendo que cruzar es más fácil de lo que ellos se imaginan, y la gente paga por esa falta de información con sus vidas,” Molina dijo. “No sé tú, pero yo no podría seguirle el paso a un niño de 16 años corriendo en el desierto.”

These posters were posted online in an effort to identify a body that was found in the All American Canal in 2014. The man was eventually identified as  Edgar Antonio Gomez Fernandez, 20, of Mexico.

‘Identifícame’

Un poco después del amanecer el 7 de abril del 2014, un trabajador del canal consiguió otro cuerpo. Un hombre joven y esbelto - tal vez un niño – estaba flotando boca arriba en el Briar Canal, un estrecho del All-American Canal.

Un médico forense enganchó el cuerpo con un rastrillo, y lo haló hacia la orilla.

El cuerpo en el agua no tenía billetera ni identificación. El médico forense pasó las huellas digitales del cuerpo y su ADN por una base de datos nacional, sin suerte. Contactó a la oficina del consulado de México, preguntando si algún hombre había desaparecido recientemente, pero no lo consiguió. La oficina del médico forense hizo volantes mostrando un retrato del hombre, después lo puso en Facebook y mandó el volante a ocho oficinas consulares en Centro y Sudamérica.

“¡Ayuda! Identifícame,” estaba escrito en el volante. “Por favor ayuda. Identifícame.”

Alrededor de un año después, la oficina del consulado mexicano volvió con una nueva pista. Un hombre cuya descripción era similar a la del cuerpo encontrado en el canal acababa de ser reportado como desaparecido. Una prueba de ADN lo confirmó: El cuerpo de Briar Canal era de Edgar Antonio Gómez Fernández, 20, de México.

“Hace diez años, él hubiera terminado ahí adentro,” dijo Sgt. Eric Frazier, un supervisor de médico forense en Imperial County, señalando hacia un gabinete beige de cuerpos no identificados. “Sin duda alguna.”

Sgt. Eric Frazier, who heads the Imperial County Coroner's Office, opens a filing cabinet filled with John/Jane Doe cases. About 450 unidentified bodies have been found in Imperial County since 1990, and about 90 percent are believed to be border crossers.

Hoy, la oficina del médico forense de Imperial County marca el caso de Briar Canal, y muchos otros, como evidencia de que el proceso de identificación de los cuerpos ha mejorado. Frazier dijo que los investigadores tienen mejor tecnología y mejor entrenamiento que el que tenían en el pasado, cuando era más probable que los cuerpos en la frontera permanecerían no identificados.

Los cruces fronterizos complican cada aspecto del proceso de identificación, muchas de las tácticas que identificarían fácilmente a un ciudadano Americano no funcionan en Imperial County.

Muchos de los cuerpos que se encuentran en el desierto no llevan consigo papeles de identificación. La mayoría están solos y lejos de su hogar, sin pistas que señalen a amigos o familia. Las bases de datos de huellas digitales y ADN no tienen información de México o de países en Sudamérica. No hay una base de datos de registros dentales.

Para sobrepasar estos límites, la oficina del médico forense comparte su información con la policía mexicana y oficinas consulares. Facebook, que no tiene límites fronterizos, se ha convertido en una herramienta útil. Y, los investigadores suben casos nuevos al sistema nacional de personas desaparecidas o no identificadas (NamUS) una base de datos que le da acceso al público de ver casos no resueltos en inglés y en español.

Un mayor esfuerzo de subir casos a NamUS comenzó en el 2014. Desde entonces, la oficina ha añadido más de 300 casos a la base de datos, pero cientos más deben ser procesados. La prioridad yace en subir casos nuevos más que en subir los viejos, dijo Frazier.

“Con nuestro personal limitado apenas podemos manejar los casos que tenemos ahora,” dijo Frazier. “Lo que necesitamos es personal que pueda encargarse de los casos viejos.”

Como muchos condados rurales, Imperial no tiene el dinero para tener una oficina de médico forense grande. El condado es casi tan grande como el estado de Connecticut, pero tiene un presupuesto anual de $250 millones, mucho menos que el presupuesto anual de la ciudad de Hartford.

Por eso, el condado no tiene tantos recursos para identificar inmigrantes como sus vecinos, que tienen más personal o menos muertes. Por ejemplo, al oeste el condado de San Diego tiene una población de más de 3 millones de personas y una oficina del médico forense con 55 empleados. Al este Yuma County, Arizona, tiene una oficina del médico forense similar a la de Imperial, pero muchas menos muertes en la frontera. El resto de la frontera de Arizona es mantenida por la oficina del médico forense de Pima County, que también tiene una crisis de muertes fronterizas, pero tiene 30 empleados.

En los últimos años, una reducción de presupuesto ha limitado como Imperial County maneja los cuerpos no identificados aún más.

Crosses and stones mark the graves of unidentified and unclaimed bodies in a Potter's Field behind Terrace Park Cemetery in Holtville.

Por años, el condado enterraba los cuerpos no identificados en un campo detrás del cementerio de Terrace Park en Holtville, donde cruces pequeñas echas con madera marcan tumbas más allá de una reja cerrada con llave.

En el 2011, el condado empezó a cremar estos cuerpos y a esparcir las cenizas en la costa de San Diego. Cremar los cuerpos cuesta la mitad del precio que enterrarlos, dijo Norma Saikhon, una administradora publica de Imperial County.

En algún lado en el cementerio de Terrace Park yace el cuerpo de John Doe – el hombre al principio de esta nota – que murió arrastrándose en la arena en Caléxico en el 2000. Fue encontrado con un recibo de un hotel en Mexicali en su bolsillo, la mejor pista hacia su identidad.

Las autoridades siguieron la pista al hotel Don Juan. Los empleados del hotel recordaban al hombre, pero no sabían quién era. Aún no lo saben.

“Se quedó en la habitación 13,” dijo Pablo Martínez, el gerente del hotel. “Me acuerdo por el número.”

La habitación 13 traía mala suerte, y por eso Martínez transformó la habitación en un depósito. Más que eso, el hotel Don Juan no ha cambiado mucho en los últimos 16 años. Muchos de los clientes son migrantes de Centroamérica, cansados por sus travesías a través de México, que se quedan unos cuantos días antes de tratar de cruzar hacia los Estados Unidos.

Algunos logran cruzar y empiezan sus nuevas vidas. A otros los deporta la policía fronteriza en el camino.

Y algunos caminan hacia el desierto y nunca regresan.

Fallen crosses mark the graves of unidentified and unclaimed bodies in a Potter's Field behind Terrace Park Cemetery in Holtville. Many of the migrants who die crossing the border in Imperial County end up here.

Public Safety Reporter Brett Kelman can be reached at 760 778 4642 or at brett.kelman@desertsun.com. You can follow him on Twitter @TDSbrettkelman.

Immigration Reporter Gustavo Solis can be reached at 760 778 6443 or by email at gustavo.solis@desertsun.com. You can follow him on Twitter at @journogoose.